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Este hecho se ha repetido innumerables veces a lo largo de la Historia: cuando una forma tradicional está a punto de extinguirse, se «populariza» de forma que se pueda asegurar la permanencia, a pesar de la incomprensión por parte del vulgo de los símbolos que transmiten. Los carnavales, las fiestas en general, los juegos y canciones infantiles, son otros ejemplos de esta transmisión.
¿Acaso no pensamos que Arturo fue algo más que un rey mortal, o que Excalibur fue más que un trozo de acero? Arturo representa al Rey o Gobernador del Mundo, del Bien, de la Justicia y su espada que ante nada cede y que atraviesa todo lo material es su mejor arma: la Voluntad.
Lo que nos aporta más luz sobre esta clave es el estudio comparativo de leyendas semejantes en otras culturas y en otras religiones. Así entendemos la venida de Arturo como la encarnación de Krishna, que se manifiesta a los hombres cuando es más necesario. O entendemos el Grial como el vaso que representa el corazón humano en los jeroglíficos egipcios, y que es necesario colmar de sangre o espíritu divino.
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Esta clave no se puede concretar en ejemplos determinados con todos los personajes, sino sólo de forma global. Aún así, no podemos negar que Arturo se constituyó en un monarca ejemplar y absoluto, digno de imitación por los soberanos occidentales. Ginebra representaba la soberanía femenina, recuerdo de las sociedades matriarcales que Leonor, reina de Inglaterra, quiso reinstaurar. Las profecías de Merlín, los Caballeros de La Tabla Redonda, los Templeisen, son otros tantos símbolos del dominio en Europa de los Plantagenet, de la sociedad caballeresca o de los Templarios, respectivamente.
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En el siglo XI hay una importante transmisión oral de las leyendas de Arturo, y es en el siglo XII cuando se escriben los más importantes relatos de Geoffrey de Monmouth, de Chrètien de Troyes, de Gottfried von Strassburg, de Robert de Boron, etc. Posteriormente tenemos las novelas de Wolfram von Eschenbach o de Thomas Malory, siendo la primera una recreación histórica y la segunda una recopilación muy tardía (1460).
Estos autores escriben bajo el amparo de nobles o de reyes, y para complacerlos, reflejan a los protagonistas de las novelas como a sus protectores. De esta manera se convierten en héroes que perduran a lo largo de los siglos. La corte de Arturo es la de los reyes de la dinastía Plantagenet y sus dominios son prácticamente los del llamado Imperio Angevino. Sus rivales en el trono francés, los Capetos, representan los vicios más denostados. La búsqueda del Grial, o de lo Trascendente, es un reflejo de la conquista de los Santos Lugares.
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Mucho se ha estudiado sobre la existencia auténtica de Arturo. Se han encontrado emplazamientos bretones de mediados del siglo V que se han relacionado con algunos de los lugares que aparecen en las novelas: Camelot, Glastonbury, Avalon...
Arturo sería un caudillo bretón que lucha contra los invasores sajones junto a un tropel de jinetes -los Caballeros de la Tabla Redonda- y que muere al enfrentarse a Medraut o Mordred.
De todas formas, son muy oscuras las fuentes históricas de que disponemos, y las semejanzas de que nos hablan los estudiosos de esta clave se adaptan con dificultad a la realidad.
Creo que no es lo más importante para nosotros dilucidar si existieron un Arturo o un Quijote de carne y hueso. Es más importante el arquetipo que encarnan. Sin embargo, para que no nos digan que no tenemos los pies en la tierra y que hablamos de «fábulas», tomamos en cuenta este primer punto de vista.
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Una de las leyendas que más ha atraído al hombre de nuestra civilización occidental es la del rey Arturo. En los últimos ocho siglos se han escrito innumerables versiones y adaptaciones de este «mito». Al leer versiones dispares e incluso contradictorias, nos preguntamos: ¿existió el rey Arturo?; ¿son hechos históricos los que se nos narran o es sólo fantasía?; ¿hay quizá alguna enseñanza oculta en estas leyendas?
Muchos piensan que el ciclo del rey Arturo se compone de curiosas historias con las que los trovadores agradaban a las gentes de esa oscura y triste época. Y, en parte, están en lo cierto, pues muchos de ellos transmitían leyendas cuyo significado simbólico desconocían, añadiendo pasajes de su propia cosecha. Esto debe tenerlo en cuenta el estudioso para no ver extraños simbolismos donde no hay sino ficción.
Es necesario, pues, para la comprensión global de las leyendas de Arturo, considerar tanto el punto de vista literario como el esotérico. También es indudable que estos relatos reflejan la antigua mitología céltica, y que, debido a la época en que fueron escritos, están recubiertos de una «pátina» cristiana, al igual que tantas otras leyendas o mitos de los llamados paganos.
Contamos con testimonios históricos que afirman que existió un jefe bretón en el siglo V llamado Arturo; tampoco debemos despreciar el momento histórico en que se escribieron la mayoría de los relatos, que centraremos en el siglo XII, pues los usos y costumbres, y hasta los personajes de las novelas son reflejo de los de aquel siglo.
Así contamos con seis claves distintas que nos ayudan al estudio de este mito. No contentos con este número, pero sin querer forzar las semejanzas, encontramos una séptima clave. Efectivamente, nuestro estudio quedaría incompleto si olvidamos el tema del Amor, que tanta importancia tomó en esta época. Son característicos de este momento histórico las cortes de amor, la iniciación del caballero a través del amor a la dama, el culto a la Virgen María, «Madre amorosa», etc.
Veamos a continuación una explicación genérica de estas claves.
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Me pareció una buena idea nombrar así este post en el blog, ya que rondando por algunas de las salas de chat que tratan el “esoterismo” de una u otra forma más o menos vulgar en mayor o menor medida, se hablaba de un tema tan controversial como lo es “la magia”
En la plática, surgían temas como los encantamientos, los “amarres”, y algo que llamó mucho mi atención fue la obsesión desmedida en darle color a algo sumamente subjetivo como lo es la “magia”.
Creo que sería bueno tener una idea sobre la definición de lo que llamamos magia.
Al parecer el nombre se deriva del latín “magia”, derivado a su vez del griego μαγεία, de igual significado que en español.
Probablemente estos a la vez se derivan del antiguo persa “magush” que significaba “Ser Capaz”, “Tener Poder”.
También se nos dice que magia deriva de “magi”, concepto muy interesante ya que al parecer en la antigüedad un “magi” era sinónimo de sabio, o sea, alguien que poseía “el conocimiento”.
En post anteriores se ha hablado del “Gran Trabajo” y lo traigo a colación ya que se supone que estos “magi” eran personas que habían logrado realizarlo.
Al parecer el trabajo mágico (el cual a mi criterio está libre de colores, sabores y olores), consiste esencialmente en las acciones del “magi” para lograr la trascendencia de su propio ser, la reintegración del mismo, culminar “La Gran Obra”.
En términos de la vox populi, la magia es el arte que pretende producir, por medio de ciertas prácticas, efectos contrarios a las leyes naturales; lo cual considero como una definición muy pobre y limitada sobre la concepción que pulula acerca de la magia.
Este tipo de definiciones da ideas erróneas acerca de la magia y el uso de colores… magia negra = “mala”, magia blanca = “buena”, magia roja.. gris.. etc…
Es algo totalmente normal y antropológico la razón de ser de este fenómeno, ya que a través del tiempo, todo el conocimiento llega a un punto en que puede ser viciado por la falta de comprensión del mismo y la tradición oral de este error.
Cornelio Agrippa opinaba al respecto de la magia: “Es preciso, que quienes quieren dedicarse al estudio de esta ciencia (la magia) posean la Física que explica las cualidades de las cosas y en la que se hallan las propiedades secretas de cada ser; que sepan bien matemática, que conozcan las estrellas, sus aspectos y sus figuras, puesto que de ellas depende la virtud y la propiedad de cada cosa elevada; y que entiendan bien la Teología por la que se conoce les sustancias inmateriales que distribuyen y gobiernan todas las cosas, para poseer la facultad de razonar la magia.
Pues no puede haber obra alguna de Magia perfecta, ni siquiera de magia verdadera, que no abarque esas tres facultades en total”
Se observa claramente el uso de la palabra “ciencia”, pero que es una ciencia sin experimentación?… que es una ciencia que acepta un dogma a ojos cerrados tal como erróneamente ha sido la denominación que vulgarmente se le ha dado a la magia catalogándola con colores y sometiéndola a las más ridículas prácticas, supersticiones y algunas veces terribles abominaciones.
La ciencia se denomina como tal ya que hace uso del método científico y se comprueba mediante el uso de la experimentación. Así mismo la realización de “La Gran Obra” es una constante experimentación en nosotros mismos, en el camino de la reintegración, en el camino de la trascendencia.
Al realizar un trabajo meramente espiritual parece incorrecto otorgarle denominaciones terrenales que nacen a partir de una percepción limitada por nuestros sentidos a la magia cuya fuente se nutre de lo divino.
Si bien la magia no tiene color, posee técnicas y sistemas de los cuales el “magi” se vale para su utilización y comprensión. Entre estas tenemos: La teúrgia, el sistema enoquiano, etc (sobre las cuales se hablará en otro post más adelante).
Algunas sociedades iniciáticas como la Golden Dawn, Astrum Argentum, Stella Matutina, etc. se han valido del uso de estos sistemas, de estas técnicas, para comprender aspectos internos gracias a los arquetipos que en estos sistemas se sustentan.
Para Carl Jung la magia (sistemas mágicos) era un vehículo por el cual el ser humano podía lograr una mayor comprensión de su universo y de si mismo.
Otros ven en la magia una fuente infinita de la cual pueden nutrirse y de la misma manera siendo estos los catalizadores de esa fuente única, son los responsables de su uso… por lo cual no existe magia negra, blanca, amarilla o rosada… simplemente existen seres humanos haciendo uso de ella.
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Aprender a Percibir y a Sentir no es una tarea fácil ni una tarea difícil. Tomará su tiempo como todo en la Magia mas es un buen modo de comenzar a recorrer este emocionante sendero. Obligado a dar alguna técnica o consejo recomendaría realizar ejercicios de Contemplación y de Meditación; aprovecho para mencionar aquí la importancia de llevar un diario: Todo Mago debe llevar un diario mágico donde vaya registrando su progreso y cualquier acontecimiento relativo a su trabajo espiritual; además resulta de interés agendar ciertas corazonadas y/o pensamientos que resulten, por decirlo de algún modo, extraños o sorpresivos.
A modo de práctica, puede quedarse uno simplemente observando, contemplado, algún objeto animado o inanimado. Preguntarse que se siente ser este objeto, sentir su movimiento o su quietud, su textura, meterse dentro del objeto, cambiar la atención totalmente al objeto. Todo esto, incluso, si así lo desea, sin tocar el objeto o mejor aún acariciarlo o tocarlo mentalmente o hablarle mentalmente o intentar sentir que es lo que piensa o siente. Quizás hasta note mientras hace esto sobre animales o personas un comportamiento extraño de su parte, quizás los note intranquilos: Esto es normal pues está conectando con ellos (y muy a menudo es el principio de una operación Mágica).
Sobre ejercicios de meditación una podría decir mucho y aún así ser insuficiente. Estoy plenamente convencido que en meditación no hay una técnica ideal. Son interesantes los ejercicios relacionados con las cadenas de pensamientos: Retener un pensamiento y no dejarnos influir por ningún otro, observar el tren de pensamientos sin engancharnos con ninguno, intentar no tener ningún pensamiento dedicando nuestra atención simplemente a sentir.
Aprender a Sentir y Percibir el universo tiene sus trucos que no pueden ser explicados y que deberá aprender con el tiempo y la práctica. Una vez que lo logre se volverá mucho más sensitivo, no solo estará transitando el terreno de los misterios sino que aprenderá a disfrutar y conocer este mundo físico nuestro y el universo espiritual al que pertenecemos.
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