Al Maestro se lo ve lleno de felicidad.

Los discipulos, curiosos, se atreven a preguntar si alguna vez se ha sentido con depresion u otro mal.

Ha contestado que si; pero que en la actualidad, pues ya ha aprendido a vivir, goza de dicha y de paz.

Y ha añadido que el secreto de sentirse bien esta en ver el aspecto bueno que todo, todo, hasta el mal, tiene para aquellos que han aprendido a mirar.

Magia


Hace unos días recibí un comentario en el Blog, refiriéndose a la Magia, la cual resulta ser muy atractiva para muchos de los queridos lectores. Debido a ello, elaboré este post para compartir con todos, una definición de esta disciplina –digo disciplina, ya que la Magia no solo consta de una extensa teoría, indispensable, sino también de un constante adiestramiento y conocimiento del ser-.

Para Papus, la Magia es la aplicación de la voluntad humana, dinamizada a la evolución rápida de las fuerzas vivientes de la naturaleza.

Observemos primeramente, que el generador de los medios primordiales de la acción, la voluntad y la vida –considerada como vehículo de la voluntad- en Magia, es el hombre. Por lo cual es necesario un conocimiento profundo de uno mismo –no solo de la personalidad-, para hallar este germen de cambio.

Todo acto intencional es un acto mágico.

Todo acto exitoso fue en conformidad con el postulado.

Magia es la ciencia y arte de causar cambio en conformidad con la Voluntad.

Lecciones del Mago


El mago no esta sometido al hechizo del tiempo.
Cada suceso tiene una infinidad de versiones, segun quien lo ve.
existimos simultaneamente en todos los tiempos; las lineas rectas y estrechas del tiempo son hilos de una red que se extiende hasta el infinito.

Cada suceso es reflejo de otro, cuando un electron vibra, el universo se estremece...Un solo suceso puede moldear nuestra vida o cambiar el curso de la historia.


La vida es magica, misteriosa y milagrosa. Cuando se pierde la magia, se pierde la vida. De ella dependen el sabor y la alegria. Los instantes de profundo asombro son el toque del mago. La peor maldicion que puede caer sobre alguien es el estancamiento, la banalidad de la existencia, la callada desesperacion emanada de la necesidad de conformarse.


La torre del Mago es ese lugar sagrado dentro de nosotros donde residen las semillas de Dioses y Diosas, cuyo unico deseo es salir a la luz, tomar forma.

El Mago sabe que detra s del peso del recuerdo y del discernimiento yace el oceano de la conciencia universal. Somos como olas de ese vasto oceano y tenemos acceso a la totalidad de su conocimiento infinito.


El pozo del caliz , la espada, el grial, la piedra son las herramientas que debemos emplear para esa transformacion.


El pozo del caliz es el manantial de vida que llevamos dentro, al cual debemos volver una y otra vez para lavar nuestras experiencias malsanas. La espada es el poder del amor, capaz de destruir a cualquier dragon.


El grial es el estado de gracia, y la piedra representa el conocimiento puro, que es su propia realizacion y tiene el infinito poder organizador de la mente universal, la cual dirige la diversidad de la existencia.


La vida es en si un milagro.

El Alquimista


Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño. Basta con aprender a escuchar los dictados del corazón y a descifrar un lenguaje que esta más allá de las palabras, el que muestra aquello que los ojos no pueden ver.

Del libro "El Alquimista" de Paulo Coelho.


Este escrito forma parte de un artículo escrito por el insigne Martinista Alphonse Constant (Eliphas Levi) que, posteriormente, fue publicado como parte de su obra póstuma «El Gran Arcano del Ocultismo Revelado».

Su lenguaje es rebuscado, muy propio de los escritores europeos de mediados del siglo XIX, pero los conceptos que vierte son de gran interés para los lectores del Triángulo de Luz, razón por la cual, lo publicamos para su deleite.

Sabiduría, moralidad, virtud: palabras respetables, pero vagas, sobre las cuales se disputa desde hace muchos siglos pero sin haber conseguido entenderlas.
Querría ser sabio, mas

* ¿tendré yo la certeza de mi sabiduría, mientras crea que los locos son más felices y hasta más alegres que yo?

Es preciso tener buenas costumbres, pero todos somos algo niños: las moralidades nos adormecen.

Y es que nos enseñan moralidades tontas que no convienen a nuestra naturaleza.
Hablamos de lo que no nos interesa y pensamos en otra cosa.

Excelente cosa es la virtud: su nombre quiere decir fuerza, poder.

El mundo subsiste por la virtud de Dios. Mas:

* ¿En qué consiste para nosotros la virtud?
* ¿Será una virtud para enflaquecer la cabeza o suavizar el rostro?
* ¿Llamaremos virtud a la simplicidad del hombre de bien que se deja despojar por los bellacos?
* ¿Será virtud abstenerse en el temor de abusar?
* ¿Qué pensaríamos de un hombre que no ándase por miedo de quebrarse una pierna?


La virtud, en todas las cosas, es lo opuesto de la nulidad, del sopor y de la impotencia. La virtud supone la acción; pues si ordinariamente oponemos la virtud a las pasiones es para demostrar que ella nunca es pasiva.

La virtud no es solamente la fuerza, es también la razón directora de la fuerza. Es el poder equilibrante de la vida. El gran secreto de la virtud, de la virtualidad y de la vida, sea temporal, sea eterna, puede formularse así:

* El arte de balancear las fuerzas para equilibrar el movimiento.
* El equilibrio que se necesita alcanzar no es el que produce la inmovilidad, sino el que realiza el movimiento.
* Pues la inmovilidad es muerte y el movimiento es vida.


Este equilibrio motor es el de la propia Naturaleza. La Naturaleza, equilibrando las fuerzas fatales, produce el mal físico y la destrucción aparente del hombre mal equilibrado.

El hombre se libera de los males de la Naturaleza sabiendo sustraerse a la fatalidad de las circunstancias por el empleo inteligente de su libertad. Empleamos aquí la palabra fatalidad, porque las fuerzas imprevistas e incomprensibles para el hombre necesariamente le parecen fatales, lo que no indica que realmente lo sean.

La Naturaleza ha previsto la conservación de los animales dotados de instinto, pero también dispone todo para que el hombre imprudente perezca. Los animales viven, por así decirlo, por sí mismos y sin esfuerzos. Sólo el hombre debe aprender a vivir. La ciencia de la vida es la ciencia del equilibrio moral.

Conciliar el saber y la religión, la razón y el sentimiento, la energía y la dulzura es el fondo de ese equilibrio. La verdadera fuerza invencible es la fuerza sin violencia. Los hombres violentos son hombres débiles e imprudentes, cuyos esfuerzos se vuelven siempre contra ellos mismos.

El afecto violento se asemeja al odio y casi a la aversión. La cólera hace que la persona se entregue ciegamente a sus enemigos. Los héroes que describe el poeta griego Inicioro, cuando combaten, tienen el cuidado de insultarse para entrar en furor recíprocamente, sabiendo de antemano, con todas las probabilidades, que el más furioso de los dos será vencido. El fogoso Aquiles estaba predestinado a perecer desgraciadamente.

Era el más altivo y el más valeroso de los griegos y sólo causaba desastres a sus conciudadanos. El que hace tomar Troya es el prudente y paciente Ulises, que sabe siempre contenerse y sólo hiere con golpe seguro. Aquiles es la pasión y Ulises la virtud, y es desde este punto de vista que debemos tratar de comprender el alto alcance filosófico y moral de los poemas de Inicioro.

Sin duda que el autor de estos poemas era un iniciado de primer orden, pues el Gran Arcano de la Alta Magia práctica está entero en la Odisea.

El Gran Arcano Mágico, el Arcano único e incomunicable tiene por objeto poner, por así decirlo, el poder divino al servicio de la voluntad del hombre.

Para llegar a la realización de este Arcano es preciso:

* SABER lo que se debe hacer,
* QUERER lo exacto,
* OSAR en lo que se debe y
* CALLAR con discernimiento.


El Ulises de Inicioro tiene, en contra de sí, a los dioses, los elementos, los cíclopes, las sirenas, Circe, etc., es decir, a todas las dificultades y todos los peligros de la vida. Su palacio es invadido, su mujer es asediada, sus bienes son saqueados, su muerte es resuelta, pierde sus compañeros, sus navíos son hundidos; en fin, queda solo en su lucha contra la noche y el mal.

Y así, solo, aplaca a los dioses, escapa del mal, ciega al cíclope, engaña a las sirenas, domina a Circe, recupera su palacio, libera a su mujer, mata a los que querían matarlo, y todo, porque quería volver a ver a Itaca y a Penélope, porque sabía escapar siempre del peligro, porque se atrevía con decisión y porque callaba siempre que fuera conveniente no hablar. Pero, dirán contrariados los amantes de los cuentos azules, esto no es magia.

* ¿No existen talismanes, yerbas y raíces que hacen operar prodigios?
* ¿No hay fórmulas misteriosas que abren las puertas cerradas y hacen aparecer los espíritus?


Háblanos de esto y deja para otra ocasión tus comentarios sobre la Odisea.

Si habéis leído mis obras precedentes, sabéis entonces que reconozco la eficacia relativa de las fórmulas, de las yerbas y de los talismanes.

Pero éstos apenas son pequeños medios que se enlazan a los pequeños misterios. Os hablo ahora de las grandes fuerzas morales y no de los instrumentos materiales. Las fórmulas pertenecen a los ritos de la iniciación; los talismanes son auxiliares magnéticos; las yerbas corresponden a la medicina oculta, y el propio Inicioro no las desdeñaba.

El Moly, el Lothos y el Nepenthes tienen su lugar en estos poemas, pero son ornamentos muy accesorios. La copa de Circe nada puede sobre Ulises, que conoce sus efectos funestos y sabe eludir el beberla.

El iniciado en la alta ciencia de los magos nada tiene que temer de los hechiceros. Las personas que recorren la magia ceremonial y van a consultar adivinos se asemejan a los que, multiplicando las prácticas de devoción, quieren o esperan suplir con ello la religión verdadera. Dichas personas nunca estarán satisfechas de vuestros sabios consejos.

Todas esconden un secreto que es bien fácil de adivinar, y que podría expresarse así:

* «Tengo una pasión que la razón condena y que antepongo a la razón; es por eso que vengo a consultar al oráculo del desvarío, a fin de que me haga esperar, que me ayude a engañar mi conciencia y me de la paz del corazón».


Van así a beber en una fuente engañosa que después de satisfacerles la sed la aumenta cada vez más. El charlatán suministra oráculos oscuros y la gente encuentra en ellos lo que quiere encontrar y vuelve a buscar más esclarecimientos.

Regresa al día siguiente, vuelve siempre, y de ese modo son los charlatanes los que hacen fortuna. Los Gnósticos basilidianos decían que Sophia, la sabiduría natural del hombre, habiéndose enamorado de sí misma, como el Narciso de la mitología clásica, desvió la mirada de su principio y se lanzó fuera del circulo trazado por la luz divina llamada pleroma.

Abandonada entonces a las tinieblas, hizo sacrilegios para dar a luz. Pero una hemorragia semejante a la que alude el Evangelio, le hizo perder su sangre, que se iba transformando en monstruos horribles. La más peligrosa de todas las locuras es la de la sabiduría corrompida.

Los corazones corrompidos envenenan toda la naturaleza. Para ellos el esplendor de los bellos días es apenas un ofuscante tedio y todos los goces de la vida, muertos para estas almas muertas, se levantan delante de ellas para maldecirlas, como los espectros de Ricardo III: «desespera y muere».

Los grandes entusiasmos les hacen sonreír y lanzar al amor y a la belleza, como para vengarse, el desprecio insolente de Stenio y de Rollon.

No debemos dejar caer los brazos acusando a la fatalidad; debemos luchar contra ella y vencerla. Aquellos que sucumben en ese combate son los que no supieron o no quisieron triunfar. No saber es una disculpa, pero no una justificación, puesto que se puede aprender.

* «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»,


dijo el Cristo al expirar.

Si fuese permitido no saber la oración del Salvador habría sido inexacta y el Padre nada hubiera tenido que perdonarles.

Cuando la gente no sabe, debe querer aprender.

Mientras no se sabe es temerario osar, pero siempre es bueno saber callar.

¡Paz Profunda!


Hace unos días recibí un comentario en el Blog, refiriéndose a la Magia, la cual resulta ser muy atractiva para muchos de los queridos lectores.

Debido a ello, elaboré este post para compartir con todos, una definición de esta disciplina –digo disciplina, ya que la Magia no solo consta de una extensa teoría, indispensable, sino también de un constante adiestramiento y conocimiento del ser-.

Para Papus, la Magia es la aplicación de la voluntad humana, dinamizada a la evolución rápida de las fuerzas vivientes de la naturaleza.
Observemos primeramente, que el generador de los medios primordiales de la acción, la voluntad y la vida –considerada como vehículo de la voluntad- en Magia, es el hombre.

Por lo cual es necesario un conocimiento profundo de uno mismo –no solo de la personalidad-, para hallar este germen de cambio.


Todo acto intencional es un acto mágico.

Todo acto exitoso fue en conformidad con el postulado.

Magia es la ciencia y arte de causar cambio en conformidad con la Voluntad.


La Magia



Reanudamos con un nuevo ciclo de post, el tema de la Magia.

Agrupando la serie de detalles de que nos hemos ocupado, se obtiene una definición completa de la Magia, anunciada, así:

Es la aplicación de la voluntad humana dinamizada a la evolución rápida de las fuerzas vivientes de la naturaleza.


Comencemos a entender esta definición descrita por Papus, de una manera práctica y simple: La base fundamental de la Magia, radica en el ser humano; ya lo hemos dicho.

En efecto, el ser humano es el generador de la voluntad.

Comencemos a comprenderlo, entonces, por aquello que “no es” o bien, en aquello que “en él duerme”.

Tomemos un ejemplo para entender lo anterior.

Papus nos ilustra por medio del fenómeno del sueño. Todos estamos dotados de la facultad de sentir, pensar y querer. Esa entidad duerme durante el sueño, y lo que permanece en vela es algo distinto, que sin intervención del conocimiento, se cuida de mantener la normalidad de las funciones orgánicas.


Los médicos llaman a este algo, vida vegetativa, y los filósofos acuden por lo general a la palabra lo inconsciente. Es la parte autómata, mecánica, puede decirse, del ser humano; llamémosla: el “hombre-máquina”.



Leccion 1

Hay un mago dentro de cada uno de nosotros — un mago que lo ve y lo sabe todo.

El mago está más allá de los contrarios de luz y oscuridad, bien y mal, placer y dolor

Todo lo que el mago ve tiene sus raíces en el mundo invisible.

La naturaleza refleja los estados de ánimo del mago.

El cuerpo y la mente podrán dormir pero el mago vela permanentemente.

El mago posee el secreto de la inmortalidad.
“Toma”, dijo Merlín un día, mientras ponía un plato de sopa delante del joven Arturo. “Prueba”.

Arturo lo hizo, no sin vacilar. Era un potaje exquisito de carne de venado y raíces silvestres, misteriosamente sazonado por Merlín en un momento en que Arturo le daba la espalda. En realidad, la sopa estaba deliciosa y Arturo se apresuró a hundir la cuchara de nuevo, justo en el momento en que le arrebataban el plato de las manos.

“Espera, quiero más”, masculló con la boca llena todavía. Merlín sacudió la cabeza. “Todo el banquete está
en esa primera cucharada”, le advirtió.

Al principio, Arturo sintió una oleada de frustración y desilusión, pero luego se dio cuenta de que se sentía satisfecho, como si hubiese consumido todo el plato. Más tarde, mientras dormitaba debajo de un árbol, Merlín se aproximó y le dejó un plato lleno de sopa al lado. Mientras se alejaba, el mago murmuró: “Sólo recuerda:

¿De qué me habrían servido todos esos años en la escuela de magia, si no hubiera podido enseñártelo todo en la primera lección?”

Para comprender la lección

Se necesita toda una vida para aprender lo que el mago tiene para enseñar, pero todo lo que ha de desenvolverse a través de años y decenios está a nuestro alcance en la primera lección de Merlín.

En ella el mago se presenta. Describe su enfoque ante la vida, consistente en resolver los enigmas más profundos de la mortalidad y la inmortalidad. Y todo eso sucede en forma mágica. En primer lugar, Merlín no se presenta realmente en forma física. Las formas le tienen sin cuidado. Ha visto el pasar de muchos mundos, ha sobrevivido a siglos de cataclismos, y su reacción ante todo es la misma: él ve.

Los magos son videntes. ¿Qué ven? La realidad en su conjunto, no en sus diversos componentes. “¿Siempre fuiste mago?”, preguntó el joven Arturo.
“¿Cómo habría podido serlo?”, contestó Merlín. “En un tiempo iba por ahí como tú y, cuando miraba a una persona, lo único que veía era una forma de carne y hueso.


Pero con el tiempo comencé a notar que las personas habitan en una casa que se extiende más allá de ese cuerpo — las personas infelices, con emociones encontradas, viven en casas desordenadas; las personas felices y satisfechas habitan en casas ordenadas. Fue una observación simple, pero después de un tiempo concluí que cuando veo una casa, en realidad estoy viendo un poco más de la persona.

“Después se amplió mi visión. Cuando veía a una persona, no podía evitar ver también a su familia y a sus amigos. esas eran extensiones de la persona, que me decían mucho más acerca de quién era ella en realidad.
Y mi visión continuó expandiéndose. Comencé a ver debajo de la máscara de la apariencia física.


Vi emociones, deseos, temores, anhelos y sueños. También éstos son parte de una persona, si se tienen los ojos para apreciarlos.
“Comencé a observar la energía que emana de cada persona. Para entonces, el conjunto físico de carne y huesos había pasado a ser casi insignificante para mí, y al poco tiempo veía mundos dentro de mundos en todas las personas con quienes me encontraba. Entonces me di cuenta de que todo ser vivo es el universo entero, sólo que cada vez lleva un disfraz diferente”.

“¿Eso es posible realmente?”, preguntó Arturo.

“Llegará el día en que te darás cuenta de que todo el universo vive dentro de ti, y entonces serás un mago.

Como mago, no vives en el mundo, el mundo vive dentro de ti.

“Durante centurias la gente ha buscado a los magos donde quiera que se encuentren — en bosques impenetrables o en cuevas, torres o templos. El mago también ha existido con distintos nombres — filósofo, mago, vidente, chamán, gurú. ‘Dinos por qué sufrimos. Dinos por qué envejecemos y morimos.


Dinos por qué somos tan débiles para forjamos una buena vida’. Sólo ante el mago han podido los mortales descargarse de tantos interrogantes difíciles.
“Tras escuchar atentamente, los magos, maestros y gurús han respondido siempre lo mismo: “Puedo resolver toda esa masa de ignorancia y dolor sólo si tú comprendes una sola cosa. Yo estoy dentro de ti.


Esta otra persona con quien crees estar hablando no es distinta. Somos una sola persona y en ese nivel en el cual estamos unidas, ninguno de tus problemas existe”’.

Una vez que Arturo se lamentó que Merlín lo mantenía en el bosque y apenas le permitía vislumbrar el mundo de vez en cuando, el anciano se burló: “¿El mundo? ¿Cómo crees que viven esas personas, aquéllas que has visto en el pueblo?


Se preocupan por el placer y el dolor, y buscan ansiosas el primero mientras evitan desesperadamente el segundo. Están vivas, pero desperdician la vida y se preocupan por la muerte. Viven obsesionadas por la riqueza o la pobreza, y esa obsesión alimenta sus temores más profundos

Por fortuna, el mago interior no experimenta nada de eso. Puesto que ve la verdad, no ve la falsedad, porque el juego de los contrarios — placer y dolor, riqueza y pobreza, bien y mal — parece real sólo hasta el momento en que se aprende a ver dentro del marco más amplio del mago. Sin embargo, es imposible negar que ese drama de la vida cotidiana es muy real para las personas comunes y comentes.

La apariencia exterior de la vida es la vida, si lo único en lo cual uno cree es en lo que le dicen los sentidos, lo que uno ve y siente.
Los mortales han buscado a los magos para resolver su obsesión por las apariencias y su anhelo por encontrar significado. Debe haber algo más allá de lo que estamos viviendo, pensaron los mortales, sin saber exactamente lo que ese algo más podría ser. “Dedica tiempo a reflexionar no sobre lo que ves, sino sobre por qué lo ves”, le aconsejó Merlín a Arturo.

Por consiguiente, la primera lección se reduce a lo siguiente: Es preciso mirar más allá del yo limitado para ver el yo ilimitado. Perforar la máscara de la mortalidad para encontrar al mago. El vive dentro de nosotros y solamente ahí.

Una vez que lo hallemos también seremos videntes. Pero aquello que hemos de poder ver llega solamente a su propio ritmo, paso a paso. Antes de verlo, vendrá la sensación de que la vida es algo más de lo que estamos viviendo. Es como una voz suave que susurra: “Encuéntrame”. Esa voz que llama es tranquila, calmada, está en paz dentro de sí misma, pero también es esquiva. Es la voz del mago, pero también es
nuestra voz.

Para vivir la lección
Las frases de Merlín operan sutilmente, como el agua que se cuela dentro de la tierra. El agua que hoy brota en manantiales cayó en forma de lluvia hace miles, hasta millones de años. Nadie sabe mayor cosa sobre la vida de esta agua oculta, a dónde va, qué le sucede entre las rocas del subsuelo. Pero un día, liberada por la gravedad, sale de las profundidades oscuras y, como por encanto, brota pura y fresca.

Así sucede con Merlín. Si nos sentamos en silencio y escuchamos durante algunos minutos, las palabras comenzarán a penetrar. Hay que dejar que eso suceda y después permitir que la sabiduría haga lo suyo. No hay que esperar ni prever ningún resultado, sino estar atentos a lo que pueda suceder. Cualquier cosa que suceda será buena.

La primera lección es sobre encontrar al mago y apreciar su punto de vista, el cual es muy diferente del adoptado por la mente o las emociones. Las emociones sienten y reaccionan. Son inmediatas, como los tentáculos de la anémona de mar que se retuercen instantáneamente en respuesta a una sensación. El dolor provoca la contracción emocional; el placer genera un sentimiento de expansión y liberación.

Por otro lado, la mente es menos inmediata. Lleva un registro gigantesco de recuerdos, los cuales le agrada repasar constantemente. Compara los nuevos con los viejos y toma una decisión: esto es bueno, aquello es malo, esto vale la pena repetirlo, aquello no. Así, las emociones generan una respuesta inmediata, impensada frente a cualquier situación, como el bebé que sonríe o llora espontáneamente. Pero la mente consulta su banco de memoria y proporciona una reacción retardada.

El mago no reacciona de ninguna de estas dos maneras, ni inmediata ni tardíamente — Merlín sencillamente es. Ve el mundo y le permite ser como es. Sin embargo, no es un acto pasivo. La base de todo lo que existe en el mundo del mago descansa sobre el conocimiento de que “Todo esto soy yo mismo”. Por lo tanto, al aceptar el mundo como es, el mago lo ve todo bajo la luz de la auto-aceptación, que es la luz del amor.

Parece extraño que la definición del mago sobre el amor esté envuelta en silencio. Para las emociones, el amor es una oleada de sentimiento, una atracción muy activa hacia un estímulo abrumador. La mente tiene sus propios estilos, pero no son muy distintos: la mente ama todo aquello que le repite un recuerdo placentero del pasado. “Me encanta esto” básicamente quiere decir: “Me encanta repetir eso que fue tan maravilloso antes”.

Por consiguiente, tanto la mente como las emociones son selectivas. Seleccionar y escoger no tiene nada malo, pero demanda esfuerzo. Aunque a todos nos han enseñado que el esfuerzo es bueno, que nada puede lograrse sin trabajo, eso no es cierto. La existencia no se logra con esfuerzo; el amor no se logra con esfuerzo.

En un plano más sutil, la selección y la escogencia también implican rechazo. La mente se concentra en una cosa a la vez. Antes de poder decir: “Me agrada eso”, es necesario rechazar todas las demás opciones.

Las cosas que solemos rechazar tienen un viso de temor. La mente y las emociones no son imparciales ante el dolor y el sufrimiento; los temen y rechazan. Este hábito de seleccionar y escoger acaba por demandar mucha energía, puesto que nuestra mente permanece vigilante, constantemente alerta para cerciorarse de que jamás se repitan el dolor, la desilusión, la soledad y muchas otras experiencias dolorosas.

¿Qué espacio le queda al silencio? Sin silencio el mago no tiene espacio. Sin silencio no es posible apreciar realmente la vida, cuyas fibras más sutiles son tan delicadas como un botón de rosa. Cuando los mortales recurrían a los magos para pedirles consejo, lo hacían porque se daban cuenta que ellos no vivían atemorizados.

Los magos aceptan, incluso acogen, todo lo que les sucede. “¿Cómo logran tener esa paz?” les preguntaban los mortales. Y la respuesta de los magos era: “Busquen dentro de ustedes mismos, donde sólo hay paz”.

Así, el primer paso hacia el mundo de Merlín es reconocer que existe — con eso basta. Al sentarse a reflexionar sobre esta lección es probable que la mente se rebele, rechazando la noción misma de que exista otro punto de vista válido, un camino distinto al propio. Las emociones quizás se unan a esa ola de desconfianza, angustia, aburrimiento, escepticismo y desdén, lo que sea que surja. No hay que resistirse a esos sentimientos. Sencillamente son la forma habitual de seleccionar y escoger.

Rechazando la mente se coloca en primer plano. Durante años nos ha servido fielmente, alejando de nosotros las cosas desagradables.
La pregunta es si las tácticas de la mente realmente han funcionado. Es probable que la mente logre hacemos inteligentes, pero está mal equipada para darnos la felicidad, la realización y la paz.

Merlín no discute con la mente. Todos los debates son producto del pensamiento, y el mago no piensa. El mago observa. Y ahí está la clave de lo milagroso, porque todo lo que vemos en nuestro mundo interior podemos hacerlo realidad en el mundo exterior. Vivamos la primera lección, permitamos que el agua de la sabiduría se cuele a través de pasajes secretos hacia el interior de nuestro ser, y observemos.
El mago está dentro de nosotros y solamente ansia una cosa: nacer.



La tercera parte de este libro se refiere a las etapas de transformación a través de las cuales el mago lleva a su discípulo. Las he denominado los siete pasos de la alquimia, los cuales comienzan con el nacimiento y conducen, con el tiempo, a la transformación total.

La alquimia consiste en transformar las cosas en oro, la
sustancia perfecta e incorruptible. En términos humanos, el oro es un símbolo de la pureza de espíritu. Los siete pasos de la alquimia se realizan cuando la persona deja atrás todas las limitaciones, se libera de todos sus temores y toma consciencia del espíritu puro que lleva dentro. No hay otro viaje más asombroso.

En la época de Arturo lo habrían llamado una búsqueda, y el objetivo
supremo de esa búsqueda siempre fue encontrar el Santo Grial, el símbolo más poderoso de la pureza de espíritu. Por lo tanto, para mí la alquimia y el Grial son la misma cosa.

En ambos casos hay una búsqueda
profunda del aspecto eterno de la vida que trae consigo lo que todos soñamos: el amor puro, la felicidad pura, la realización pura en el espíritu. No importa si se lee primero la segunda o la tercera parte.

Cada una tiene su estilo y enfoque propios, pero
ambas provienen del mundo del mago. Merlín vive en ambas y su objetivo siempre es el mismo: enseñamos a cada uno de nosotros cómo lograr la perfección a la que tiene derecho la carne.

Por último, este libro describe la aventura que nos llevará de una vida dominada por el ego y todas sus
luchas, a una vida dominada por los milagros. Cada cual aprende a su propio ritmo, pero nuestra sed de milagros es tal que me gustaría estar con usted el día en que el conocimiento del mago comience a aflorar y, con él, su nueva vida.

Lo que le espera al final es nada menos que el florecimiento pleno del potencial de su
espíritu. Nota: El mago, siendo un profeta, no tiene género. Es sólo la imperfección del idioma la que convierte a Merlín en un “él” (como lo hace también con los vocablos Dios, sabio, adivino y muchos otros que están más allá de lo masculino o femenino).

A falta de un término neutral, deseo aclarar que la palabra mago se refiere
aquí tanto a las mujeres como a los hombres. Vale la pena reconocer que, en nuestra sociedad, han sido las mujeres quienes más pronto han acogido el retomo de lo mágico.


En este libro hay veinte lecciones, cada una de ellas relatada desde el punto de vista del mago. Al comienzo de cada lección hay algunos aforismos, trozos condensados de sabiduría del mago, que ayudan a trascender la realidad ordinaria. Léalos e interiorícelos. No espere un resultado, sólo viva la experiencia.

No se esfuerce.
Esforzarse es como luchar por salir de la arena movediza — sólo sirve para hundirse más. El mago interior desea hablar, y eso es algo que nos sucede a todos. Pero para hacerlo necesita la oportunidad, el espacio.

Al igual que los Koan del Zen, los aforismos proporcionan ese espacio porque
modifican el punto de vista, lo cual a su vez puede desencadenar el cambio de la realidad personal. Es necesario traer la voz del mago a la vida cotidiana.

Ya cité la primera frase de la primera lección: Hay un
mago dentro de cada uno de nosotros — un mago que lo ve y lo sabe todo. El resto de la lección dice así: El mago está más allá de los contrarios de luz y oscuridad, bien y mal, placer y dolor Todo lo que el mago ve tiene sus raíces en el mundo invisible. La naturaleza refleja los estados de ánimo del mago.

El cuerpo y la mente podrán dormir
pero el mago vela permanentemente. El mago posee el secreto de la inmortalidad. Estas palabras habrán cumplido su propósito si producen en nosotros una ligera sacudida, la emoción de un reconocimiento. En realidad es emocionante descubrir que no somos seres limitados, sino hijos de lo milagroso.

Ésa es la verdad, la realidad profunda acerca de cada uno de nosotros que ha vivido eclipsada
demasiado tiempo. He recopilado cerca de cien de esos dichos, ilustrados con historias del mundo de Merlín y Arturo. No son fragmentos de las leyendas antiguas, sino parábolas que he enmarcado en esa época. A veces la historia ilustrativa parece no concordar exactamente con los aforismos o con la lógica perfecta.

Lo he hecho
deliberadamente, porque la mente lineal, con su necesidad de crear orden, no es la única que lo ha de acompañar en su viaje por el sendero del mago. Deberá andar ese camino de la mano de la imaginación, la esperanza, la creatividad y el amor. En pocas palabras, el sendero del mago es el camino del espíritu.

Pero la espiritualidad no se opone a la
racionalidad; es el marco más grande dentro del cual encaja la razón, como una de muchas otras piezas. Para dirigirme a la mente lineal he incluido una sección denominada

“Para comprender la lección”, la cual sustenta
los aforismos y las historias. Por último viene la sección titulada “Para vivir la lección”, la cual nos ayuda a abrimos para que la sabiduría del mago penetre en nuestra propia experiencia.

“Para vivir la lección” es la parte activa de este aprendizaje. Mis sugerencias son apenas un punto de partida, formas de encender la iniciativa de cada uno. En últimas, será nuestra propia comprensión la que cambiará nuestra realidad.

En “Para vivir la lección” hay algunos ejercicios que podrían parecer pasivos, porque la
mayoría son experimentos del pensamiento. ¿Qué es un experimento del pensamiento? Es una forma de llevar la mente a nuevos lugares, de hacerla ver las cosas de manera diferente.

Los magos sabían algo profundo e importante — que si deseamos cambiar el
mundo, es preciso cambiar nuestra actitud hacia él. Einstein se reclinó una vez en un sofá, cerró los ojos y vio a un hombre que viajaba a la velocidad de la luz.

Sin descartar esa curiosa imagen, comenzó a realizar varios
experimentos de pensamiento, aparentemente simples elucubraciones. Sin embargo, pocos años después, las actitudes de todo el mundo científico se transformarían cuando la naturaleza misma confirmara las visiones trascendentales de Einstein. Si una fantasía en un sofá puede alterar el mundo, es porque los experimentos del pensamiento encierran un poder incalculable.

Nada se aprende realmente hasta que se vive. Una vez que la razón, la experiencia y el
espíritu se unen, se abre el sendero del mago y todo está dispuesto para la alquimia. La sabiduría que llevamos dentro es como una chispa que, una vez encendida, no se extingue jamás. Para reunir esos elementos, se puede utilizar el siguiente método:

1. Siéntese en silencio durante unos momentos antes de iniciar la lectura de una lección.


2. Lea los aforismos y después tómese unos minutos para interiorizarlos. Léalos cuantas veces desee.
Deje un espacio para sus propias reacciones e ideas, que suelen ser las cosas más valiosas que puede recibir.

3. Continúe leyendo el resto de la lección: la historia de Merlín y Arturo, la sección titulada “Para
comprender la lección”, y la titulada “Para vivir la lección”.

4. Si en la última sección hay un ejercicio práctico — la mayoría de las veces es así — tómese unos
minutos para hacerlo.

Es conveniente repetirlo durante el día para vivir toda la experiencia.
Lea nuevamente cada lección tan a menudo como lo desee, una o más veces; destine un día o una semana para vivirla. En este proceso no hay cronogramas.

Mi único consejo es vivir la lección por lo menos durante un
día, en lugar de tratar de absorber demasiadas lecciones a la vez. En este proceso no hay cronogramas. Mi único consejo es vivir la lección por lo menos durante un día, en lugar de tratar de absorber demasiadas lecciones a la vez.


Durante treinta años he reflexionado acerca de los magos.

He visitado Glastonbury y el occidente de
Inglaterra, he escalado el Tor y he visto la colina donde supuestamente descansan el rey Arturo y sus caballeros.

Pero algo más místico, la necesidad de la transformación, me hace volver nuevamente a la magia.
Año tras año he sentido que nuestra época necesita de ese conocimiento más que nunca. Ahora que soy adulto, dedico mi vida profesional a hablar y escribir sobre la forma de alcanzar la libertad plena y la realización.

Pero apenas hace poco me di cuenta de que todo el tiempo he estado hablando de alquimia.
Finalmente decidí que una forma interesante de abordar este tema sería a través de una de las relaciones más maravillosas que se haya registrado nunca, la que existió entre Merlín y el joven Arturo en la cueva de cristal. En este libro, la cueva se presenta como un sitio privilegiado dentro del corazón humano.

Es un refugio
seguro donde hay una voz sabia que no conoce el temor, y al cual no llega la agitación del mundo exterior. En la cueva de cristal siempre ha existido y existirá un mago — lo único que hay que hacer es entrar en ella y escuchar. Hoy en día la gente vive en el mundo de los magos tanto como lo hicieron las generaciones pasadas. Joseph Campbell, el gran estudioso de la de mitología, decía que cualquier persona que espera en una esquina a que el semáforo pase a verde para cruzar la calle, en realidad está esperando entrar en el mundo de los actos heroicos y la acción mítica. Lo que sucede es que no vemos nuestra oportunidad, y cruzamos la calle sin ver la mítica espada en la roca al lado del andén.

El viaje hacia lo milagroso comienza aquí. Este es el mejor momento para comenzar. El sendero del mago no
existe en el tiempo — está en todas partes y no está en ninguna parte. Nos pertenece a todos y no le pertenece a nadie. Así, éste es sólo un libro acerca de cómo recuperar lo que ya es nuestro. Como dice la primera frase de la primera lección: Hay un mago dentro de cada uno de nosotros un mago que lo ve y lo sabe todo. Ésta es la única frase del libro que se debe aceptar como un acto de fe. Una vez que descubramos nuestro mago interior, la enseñanza vendrá por sí sola.

Durante muchos años, este tipo de aprendizaje espontáneo ha
sido el centro de mi vida diaria: observar y esperar a oír lo que mi gula interior tiene que decir. No existe otra forma de aprendizaje más fascinante. He oído la voz de Merlín en el sonido de una risa en el aeropuerto, en el susurro de los árboles al caminar hacia la playa, y hasta en la televisión. Una estación de autobuses puede convertirse en la cueva de cristal cuando se tiene la llave. ¿Por qué necesitamos seguir el sendero del mago?

Para elevamos sobre lo ordinario y lo confuso, y
encontrar la clase de trascendencia que solemos relegar al campo de lo mítico, pero que en realidad tenemos a mano, aquí y ahora. Estar vivos significa ganamos el derecho a decir lo que deseamos decir, a ser lo que deseamos ser, y a hacer lo que queremos. Camelot era el símbolo de esta forma de libertad. Por eso volvemos nuestros ojos sobre ese sitio mágico con nostalgia y admiración. La vida ha sido difícil desde entonces. Una vez, un discípulo preguntó a su maestro: “¿Por qué siento esta opresión tan grande, como si quisiera gritar?”

El maestro lo miró y le dijo: “Porque todo el mundo se siente igual”.
Todos nosotros deseamos crecer en amor y creatividad, explorar nuestra naturaleza espiritual, pero muchas veces erramos el objetivo. Nos encerramos en nuestra propia cárcel. Sin embargo, hay quienes han roto el encierro que comprime la vida. Rumi, el poeta persa, decía: “Somos espíritu incondicionado atrapado por las condiciones, como el Sol en un eclipse”.

Ésa es la voz de un mago que no creía que los seres humanos viviésemos limitados en el tiempo y el
espacio. Sólo estamos eclipsados temporalmente. El propósito de aprender de un mago es encontrar al mago que llevamos dentro. Una vez hallado el guía interior, nos habremos encontrado a nosotros mismos. El yo es el Sol de resplandor permanente que, aunque eclipsado, cuando se despejan las sombras se muestra en toda su gloria.


La gente se pregunta por qué, habiendo nacido en la India, me siento tan atraído por los magos. Mi respuesta es la siguiente: en la India todavía creemos que los magos existen.

¿Qué es un mago? No es
sencillamente alguien que puede hacer magia, sino alguien capaz de transformar. Un mago puede convertir el temor en alegría, la frustración en realización. Un mago puede convertir lo temporal en eterno.

Un mago puede llevarnos más allá de nuestras limitaciones hacia lo ilimitado.
Cuando era niño y vivía en la India, sabía que todo eso era cierto. A veces llegaban a nuestra casa ancianos de túnicas blancas y sandalias, y hasta para un muchacho asombrado por la vida, parecían criaturas muy especiales.

Estaban completamente en paz; de ellos emanaban la alegría y el amor; parecían no inmutarse
ante los altos y bajos de la vida cotidiana. Los llamábamos gurús o consejeros espirituales. Pero tardé mucho tiempo en darme cuenta de que gurú y mago es lo mismo.

Todas las sociedades tienen sus maestros,
clarividentes y sanadores; gurú era sólo nuestro vocablo para designar a los poseedores de la sabiduría espiritual. En Occidente, se considera que los magos son principalmente hechiceros que practican la alquimia para convertir un metal inferior en oro.

En la India también existe la alquimia (de hecho fue allí donde se inventó),
pero la palabra alquimia es en realidad una clave. Significa convertir a los seres humanos en oro, convertir nuestras cualidades inferiores de temor, ignorancia, odio y vergüenza en lo más precioso: el amor y la realización.

Por tanto, un maestro que nos pueda enseñar a convertimos en seres libres llenos de amor es, por
definición, un alquimista — y siempre lo ha sido. Cuando ingresé a la escuela secundaria en Nueva Delhi, ya sabía mucho acerca de Merlín, el famoso mago de la leyenda inglesa del rey Arturo.

Como a todo el mundo, también a mi me hechizó desde el primer
momento. No tardé mucho en descubrir todo su mundo. En mi cabeza resuenan todavía decenas de versos del poema épico de Tennyson, Idilios del rey, los cuales tuvimos que memorizar durante aquellos largos y calurosos días escolares.

En aquella época devoré toda la literatura que logré encontrar sobre el rey Arturo. No
me parecía raro saberlo todo acerca de Camelot, ese sitio de campos verdes y temperaturas clementes, aunque yo viviera bajo el sol ardiente del trópico; o que deseara cabalgar como Lancelot, aunque me hubiese sofocado bajo la armadura; o que la cueva de cristal de Merlín existiera en realidad, a pesar de que todos los autores que leía me aseguraran que los magos no existían.

Yo sabía que no era así, porque era un muchacho
hindú y había conocido personalmente a los magos.

El Espiritu


“Es difícil pensar que pueda haber una etapa superior de la vida”, dijo Galahad al cabo de un momento, profundamente conmovido por la descripción del vidente. “Ten cuidado con esa palabra superior”, le advirtió Merlín.

“El ego es el que tiene necesidad de lo superior y
lo inferior. La meta de tu vida es la libertad y la realización. A la realización se llega únicamente al conocer a Dios tan completamente como Él se conoce a Sí mismo.

Ustedes los mortales tienen una sed constante de
milagros, pero yo les digo que el milagro más grande son ustedes, porque Dios les ha dotado de esa capacidad única de identificarse con Su naturaleza. Una rosa perfecta no siente que es una rosa; un ser humano realizado sabe lo que significa ser divino”.

“¿Es posible describir ese estado?”, preguntó Percival.
“Es el séptimo y último paso de la alquimia, el espíritu puro. Cuando llega, el vidente se da cuenta que lo que parecen ser la dicha y la realización totales todavía pueden ampliarse. Porque llegar a la presencia de Dios no es el final de la aventura sino el principio. Comenzaron en la inocencia, y así terminarán.

Pero esta vez la
inocencia es diferente porque habrán adquirido el conocimiento pleno, mientras que cuando eran bebés, la inocencia era apenas un sentimiento. “Cuando puedan verse como espíritu, dejarán de identificares con este cuerpo y esta mente. Al mismo tiempo cesarán también los conceptos de nacimiento y muerte. Serán una célula en el cuerpo del universo, y ese cuerpo cósmico será tan íntimo como lo es ahora su cuerpo físico.

Esto es lo más que puedo decirles acerca
de la manera como se siente el mago, porque mago es sólo otra palabra para describir la séptima etapa. “Comprendan esto: para el mago, el nacimiento no es otra cosa que la idea de tener un cuerpo, mientras que la muerte es apenas la idea de no tener ya ese cuerpo. Puesto que los magos no están sujetos a la ilusión del nacimiento, cualquier cuerpo que asumen es considerado un patrón de energía y cualquier mente un patrón de información.

Estos patrones cambian eternamente; van y vienen. Pero el mago mismo está más allá del
cambio. La mente y el cuerpo son como habitaciones en las que decide vivir, pero no todo el tiempo. “No hay sentimiento o pensamiento que pueda aproximar este estado o traerlo hasta ustedes. El espíritu nace del silencio puro.

El diálogo interno de la mente debe cesar y no reiniciarse nunca, porque ya no existe
aquello que dio lugar al diálogo interno: la fragmentación del ser. Su ser estará unificado y, así como el bebé del principio, no sentirán duda, vergüenza o culpa. De la necesidad de dualidad del ego brotó un mundo de bien y mal, correcto e incorrecto, luz y sombra.

Ahora verán que los contrarios están fusionados. Ése es el
punto de vista de Dios, porque a donde quiera que mira se ve a Sí mismo. “Si creen que esta meta es demasiado elevada o se encuentra demasiado lejos, les diré un secreto. Aunque crean que pasan por los siete pasos de la alquimia, todos estaban presentes desde el comienzo. En la inocencia estaba la totalidad de Dios, como lo está también en el ego, en el afán de realizar, en el dar o en la búsqueda. Lo único que cambia realmente es el foco de atención.

En su ser están todos los aspectos del
universo, tan completos y eternos como el universo mismo. Pero aun así, el nacimiento al espíritu es un suceso tremendo. A medida que madure la unidad, se familiarizarán cada vez más con la divinidad, hasta que finalmente podrán experimentar a Dios como un ser infinito que se mueve a velocidad infinita a través de dimensiones infinitas. Cuando llegue esa experiencia sobrecogedora, parecerá tan natural y simple como estar sentados aquí bajo las estrellas y, no obstante, ustedes serán cada una de esas estrellas titilantes”. Como suele suceder cuando los magos hablan, los dos caballeros se sintieron transportados al estado que Merlín les estaba describiendo.

Galahad alzó los ojos al cielo y sintió como si súbitamente pudiera tocar las
estrellas. Sintió el corazón invadido por una sensación de pertenecer verdaderamente al mundo. “Hemos llegado al hogar”, susurró para sí mismo Percival. “No se sientan abrumados”, murmuró Merlín. “Sus sentimientos son muy intensos porque son nuevos.

En
realidad, éste es su estado natural. Ser uno con el cosmos, estar íntimamente ligados con la vida en todas sus formas, llegar a la unidad última con su propio Ser — ése es su destino, el final de su búsqueda”. “Al final llegaremos al principio”, murmuró Galahad. “Sí”, dijo Merlín. “Cada uno de ustedes comienza con el amor, pasa por la lucha, la pasión y el sufrimiento, sólo para terminar nuevamente en el amor”. La voz de Merlín se fue haciendo más suave a medida que el círculo de luz se iba desvaneciendo. “Ustedes los mortales tienen sed de milagros, les digo, y nada se les negará como hijos privilegiados del universo que son.

El espíritu es el estado de lo milagroso, el cual se
desenvolverá para ustedes en tres etapas: “Primero, experimentarán milagros en el estado conocido como consciencia cósmica. Cada suceso material tendrá una causa espiritual. Cada acontecimiento local también estará teniendo lugar en el escenario del universo. Su más pequeño deseo hará que las fuerzas cósmicas operen para provocar su realización.

Por
maravilloso que eso parezca, no es un estado tan avanzado, porque mucho antes de llegar a la consciencia cósmica se habrán acostumbrado a que sus deseos se hagan realidad espontáneamente. “Segundo, realizarán milagros en el estado denominado consciencia divina. Es el estado de la creatividad pura en el cual se funden con el poder de Dios, por el cual Él crea mundos y todo lo que sucede en ellos.

Ese
poder no se deriva de nada que haga Dios — es simplemente Su luz de consciencia. Verán la consciencia divina como un resplador de oro que brilla a través de todo lo que sus ojos contemplen. El mundo se ilumina desde adentro y no quedan dudas que la materia es simplemente el espíritu manifiesto. En la consciencia divina se verán a sí mismos como lo creado, no el creador, como el dador de vida, no el receptor.

“Tercero, se convertirán en el milagro, en el estado denominado consciencia de la unidad. Ahora cualquier diferencia entre el creador y lo creado ha desaparecido. Su espíritu se fusiona con el espíritu de todo lo demás. Su retorno a la inocencia lo abarca todo porque, al igual que el bebé que toca la pared o la cuna y solamente se siente a sí mismo, verán cada acción como espíritu volcándonse en el espíritu. Vivirán en total sabiduría y confianza. Y aunque parecerá que todavía viven dentro de un cuerpo, éste será solamente un grano de Ser en las playas de ese océano infinito de Ser que son ustedes”.

Los caballeros no tenían idea de cuánto tiempo había transcurrido desde que Merlín comenzara a hablar. Se sentían elevados a un espacio donde las esferas de Ser se abrían una tras otra como los pétalos de una flor. Y cuando la última se abrió pudieron ver en su interior un diamante casi translúcido rotando en el centro. “¿Qué es eso?”, quiso saber Galahad, pero no se atrevió a preguntar. “He ahí el Grial”, susurró Merlín.

“El desarrollo de su búsqueda los ha llevado hasta una visión de la meta —
el punto de luz pura, la esencia diamantina que alumbra dentro de su alma”. Los dos caballeros se arrodillaron en el suelo gélido y oraron en sus corazones por la gracia de merecer la visión. “Vivan con devoción este momento”, dijo Merlín. “Los he traído hasta aquí motivado por su deseo más profundo, pero ahora deberán conquistar ustedes mismos el verdadero Grial, no solamente su visión”. “¿El verdadero Grial?”, murmuró Percival.

“¿Qué debemos buscar? ¿Esta misma imagen?”
“No esperen, no tengan expectativas”, advirtió Merlín a medida que se desvanecía la visión del Grial. “El hombre busca símbolos, y los símbolos cambian de una era a otra. Pero lo que les he mostrado no es un símbolo sino la verdad. El Grial es el punto cristalino del Ser dentro de sus corazones. Sus facetas reflejan la luz, y a partir de esos tenues reflejos surgen todas las facultades de la mente y el cuerpo que ustedes perciben a través de sus sentidos.

Como reflejos son reales, pero mucho más real es este diamante transparente de Ser puro.
De pronto, Merlín bostezó echando la cabeza hacia atrás como si fuera la sensación más deliciosa del mundo. Estiró los brazos y se puso de pie.

La oscuridad era casi total después de extinguirse el fuego, pero
Percival y Galahad podían sentir los ojos de Merlín fijos en ellos. Les dijo: “Un día recordarán esta noche y preguntarán: ‘¿Quién eres tú, Merlín?’ Desde más allá de los confines del tiempo, les responderé de este manera: Soy aquel que no necesita de milagros. Soy un mago y, para mí, estar aquí es suficiente milagro. ¿Qué podría ser más milagroso que la vida misma?”

El anciano desapareció con el último resplandor del fuego. Percival y Galahad permanecieron inmóviles, sin
decir palabra. Estaban aún bajo el hechizo del discurso de Merlín, pero a medida que éste se desvanecía, temblaron lamentando su regreso a la tierra. Al caer el alba echaron a andar hacia el castillo. A la luz del nacimiento dorado del Sol, Percival vio al rey Arturo parado en la ventana de su recámara real; tenía su mirada fija en ellos.

“¿Crees que debamos contarle esto?”, preguntó Percival, señalando hacia el castillo.
Galahad sacudió la cabeza. “Estoy seguro de que el rey sabe lo sucedido; tuvo que haberle pasado a él o, de lo contrario ¿por qué su renuencia a hablar del Grial? Pero te diré esto, hermano caballero. Desearía que Arturo comprendiera que estamos con él en la misma búsqueda que propone Merlín. Acordemos llamar a esta noche la noche de la cueva de cristal. El rey sabrá lo que queremos decir”. Y aunque no habían estado en cueva alguna sino bajo el manto del firmamento estrellado, Percival estuvo de acuerdo inmediatamente.

FIN


“Les dije”, continuó Merlín, “que la motivación del buscador era poder ver, y eso es algo que llega pronto.

El
sexto paso, el nacimiento del vidente, está justo debajo de la superficie de todo buscador. La búsqueda no entraña satisfacción en sí misma; la vida sería estéril y frustrante si todos tuvieran que buscar sin encontrar nada. Por fortuna, en el plan divino todas las preguntas traen sus respuestas, todas las metas acaban por encontrarse en su fuente. Una vez que se pregunten verdaderamente dónde está Dios, verán la respuesta.

“No quisiera engañarlos con esto. El nacimiento del vidente es tan revolucionario como cualquiera de los pasos anteriores. Marca el final del ego, el final de toda identificación externa. Imaginen sus vidas como un cuadro en movimiento proyectado sobre una tela blanca. Mientras están dominados por el ego, ustedes fijan su atención en las figuras en movimiento, las cuales ven como reales. Cuando aparece en escena el buscador, comienzan a percibir la irrealidad de las figuras. Pero con el nacimiento del vidente, se dan la vuelta para mirar la luz.

Ahora ven la imagen de ustedes mismos como realmente es: una proyección débil hecha real por la
aguda necesidad del ego de dar importancia a la mente y el cuerpo atrapados en el tiempo. “El vidente ve más allá de esa motivación y ya no le cree. En lugar de verse a sí mismo como un hogar de carne y hueso para el espíritu — un fantasma dentro de una máquina —‘ se da cuenta de que todo es espíritu. El cuerpo es espíritu entretejido en una forma que los sentidos pueden ver, sentir y oler; la mente es espíritu en una forma que se puede oír y comprender. El espíritu mismo, en su forma pura, no es ninguna de estas dos y se percibe únicamente a través de una intuición agudizada.

Han oído la frase: ‘Quienes Lo conocen no hablan
de Él; quienes hablan de Él no Lo conocen’. Ése es el misterio del espíritu”. “Pero, ¿acaso no estás hablando de Él ahora mismo?”, inquirió Galahad, confundido. “No en la forma como ustedes creen. Cuando hablo de una piedra, ustedes la pueden ver y tocar. Cuando hablo del espíritu, estoy apuntando a un mundo invisible. Desde ese mundo vuelan hacia nosotros flechas de luz para encender nuestras almas, pero no podemos devolver flechas de pensamiento”. “Eso suena muy misterioso”, murmuró Percival. “Una rosa sería misteriosa si solamente pudieran pensar en ella sin experimentarla jamás. El espíritu es una experiencia directa, pero trasciende este mundo.

Es silencio puro que desborda potencial infinito. Cuando
ustedes adquieren conocimiento sobre algo, adquieren conocimiento sobre una cosa; cuando adquieren conocimiento sobre el espíritu, se convierten en la sabiduría misma. Todos los interrogantes desaparecen porque se encuentran en el seno mismo de la realidad, donde todo sencillamente es. Cuando la mirada del buscador cae sobre algo, sencillamente lo acepta como es, sin juzgar. No existe la necesidad del ego de tomar, o poseer o destruir. Ante la ausencia del temor, esas motivaciones no se presentan porque la necesidad de poseer emana de la carencia.

Cuando no hay carencias para llenar, el simple hecho de estar aquí en este
mundo, en su cuerpo, es la meta espiritual más elevada que podrían alcanzar”. Esta parte del discurso de Merlín tuvo un impacto grande en Percival y Galahad. Habían seguido con atención los primeros pasos, pero el ego, el realizador y el dador ya les eran conocidos. Cuando el mago les habló del buscador, los dos caballeros se vieron a sí mismos como eran en ese momento. Sin embargo, el vidente los llenó de sobrecogimiento, como si fueran exploradores que alcanzaban la cima de una montaña y miraban un nuevo horizonte anhelado de tiempo atrás pero nunca antes experimentado.

“Deseo ser ese vidente del que hablas”, dijo fervientemente Galahad.
Merlín asintió. “Eso significa que estás listo. Para el mago hay solamente tres clases de personas: las que aún no han experimentado el Ser puro, las que ya lo han probado, y las que lo han explorado completamente. Tú ya has probado y deseas explorar. Para ti, este mundo comenzará a desaparecer como algo sólido para fundirse en la luz abrasadora de Ser. En una tierra lejana llamada India, dicen que la vida comente palidece ante Dios, como una vela que parecía brillante en la oscuridad pero se torna invisible ante el Sol del medio día”. Merlín se dirigió entonces a Percival. “Y a ti también te incluyo en esta etapa, sin importar la manera como crees que te juzgué”. Percival se sonrojó y luego tartamudeó: “¿Cómo será esa nueva vida?”

“Como siempre, se sentirá como un nuevo nacimiento. El vidente se diferencia del buscador en que ya no tiene que tomar decisiones y escoger. El buscador todavía está inmerso en la ilusión en la medida en que va por ahí diciendo: ‘Aquí está Dios, aquí no está Dios’. El vidente, por su parte, ve a Dios en la vida misma. La larga lucha interior ha terminado por fin y el guerrero puede dejar atrás sus fatigas. En lugar de la lucha experimenta que todos sus deseos se cumplen con naturalidad y sin esfuerzo.

No hay señales externas que
nos permitan reconocer a los videntes, pero en su interior ellos se sienten abiertos y a gusto; permiten que los demás sean como son, lo cual es la forma más elevada del amor; no les ponen obstáculos a los demás y tampoco a los acontecimientos, y han renunciado a todo sentido del ‘Yo”’.


“Durante mucho tiempo, el ego ha hecho lo que ha querido”, continuó Merlín. “La pregunta ¿Qué es lo mejor para mí? ha predominado por encima de todas las consideraciones; el estrecho punto de vista individual ha sido el único con visos reales. Eso es apenas natural.

Como dije, este mundo relativo tiene un propósito, a
saber: enseñarles a convertirse en individuos. Pero la individualidad con el tiempo comienza a abrirse y a ampliar sus horizontes. Podríamos predecir que, dado el libre albedrío, los seres humanos se limitarían a regodearse en un egoísmo cada vez mayor.

Si el ego implacable y controlador tuviera la última palabra, quizás
ése sería el desatino de los hombres; pero la alquimia funciona invisiblemente, en los pasajes recónditos del alma. “Con el tiempo, el dador da el siguiente paso para convertirse en buscador. En esta fase, las preocupaciones tradicionales y conocidas del ego se dejan de lado.

El sentido del ‘yo’ comienza a crecer. Ahora la persona
ansía tener experiencias espirituales, y percibe una fuente de amor y realización que ni siquiera el amor más intenso de otra persona le puede dar. Nuevamente, este giro produce un choque.

En su mejor versión, el dador es un filántropo. Comenzó dando
solamente a su familia y amigos, luego a las obras de caridad y a la comunidad, pero al final su espíritu de dar sólo se puede satisfacer cuando beneficia a toda la humanidad.

“Pero, ¿realmente puede uno dar algo de uno mismo a todos los seres del mundo? Esta pregunta nos trae al
límite de la individualidad; es una pregunta que sólo un santo puede responder. Por lo tanto, es natural que la etapa de dar genere preguntas que no se pueden responder, preparando así el terreno para un nuevo nacimiento.

El dador que deseaba abrazar al mundo descubre que éste ya no es fuente de realización. Las
cosas que una vez le produjeron placer comienzan a parecer sosas; en particular, la necesidad del ego de recibir aprobación y de sentirse importante ya no engendra satisfacción. Surge la sed de ver el rostro de Dios, de vivir en la luz, de explorar el silencio de la consciencia pura — el impulso del buscador puede asumir muchas formas.

“Sin embargo, todos los buscadores comparten el sentimiento de que el mundo material no es quizás el sitio
donde pueden realizar sus deseos. ¿Por qué sucede esto? ¿Acaso no está Dios en todas partes, no está el espíritu en el grano más pequeño de arena? Sí y no. Dios puede estar en todas partes, pero eso de nada sirve si no se puede ver dónde está. El buscador busca a fin de ver”. “Creo que ésta es la etapa en la cual comienza la búsqueda del Grial”, dijo Galahad. “En efecto, para algunos mortales ésta es la etapa en la cual el Grial se vuelve el símbolo de una necesidad interior profunda”, replicó Merlín,

“pero cada etapa ha sido una búsqueda, hasta la pérdida de la inocencia.
Ustedes los mortales están obsesionados con dividir la realidad en bueno y malo, santo y pecaminoso, divino y no divino, cuando en realidad la vida es una corriente divina. Un solo impulso, el impulso de poseer el conocimiento completo y la realización completa, es el que empuja la vida hacia adelante. “Pero tienes razón en un sentido.

Con el nacimiento del buscador podemos dar por primera vez un nombre a
un deseo que ha permanecido anónimo hasta ahora. Trátese de Dios, el Grial, un Ser divino o un espíritu, no importa. Todos apuntan hacia una nueva necesidad profunda de escapar de los límites impuestos por el tiempo y el espacio. La esencia del ser humano no tiene fronteras. Ustedes nacieron a una vida universal.

El mundo
parece estar limitado por el tiempo y el espacio, pero eso es sólo apariencia”. “¿Por qué debemos dejarnos engañar por las apariencias?” preguntó Percival. “El universo no les oculta nada”, replicó Merlín. “No hay engaño. La apariencia de limitación se produce porque este mundo es una escuela o campo de entrenamiento.

Y la regla fundamental aquí es que tal como se
vean a ustedes mismos, así verán al mundo. Si ustedes se consideran inferiores o indignos, ese solo juicio mantendrá a Dios apartado de ustedes. Podrán decir que desean a Dios, pero al mismo tiempo mantendrán esos juicios en su contra”. “Entonces Dios permanece alejado”, musitó Galahad con tristeza. “Y la búsqueda del Grial no termina jamás. Merlín lo miró con simpatía.

“El espíritu no podría mantenerse apartado aunque ustedes lo desearan, porque
todo es espíritu. No hay sitios secretos donde él no habite. En lo que a Él concierne, no hay nada de malo en ustedes.

“Déjenme hablarles más acerca del buscador, porque ésta es la etapa de la alquimia que atrae al mago hacia ustedes y también es la etapa para la cual los mortales están menos preparados. Desde que eran lactantes, ustedes han deseado cada vez más cosas. El buscador es simplemente aquel cuyos deseos se han ampliado hasta el punto de no estar satisfecho sino hasta que se encuentre frente a frente con Dios.

Este deseo no es
más ‘elevado’ que el de querer Juguetes o dinero o fama o amor. Los juguetes, el dinero, la fama y el amor eran el rostro de Dios cuando eran lo más importante para ustedes. Cualquier cosa que en su opinión pueda traerles la paz y la realización es su versión de Dios. Sin embargo, a medida que maduran de una fase a la otra, se acercan más a la verdadera meta; su imagen de Dios se hace cada vez más verdadera, más cercana a su naturaleza de espíritu puro. Pero en cada paso hay divinidad”. “¿Estás diciendo que cualquiera que desee robar o asesinar está siguiendo un impulso divino?

Después de
todo, esos también son deseos”, anotó Percival. “El amor es universal y, por lo tanto, no toma partido”, replicó Merlín. “Es probable que al ego no le agrade este hecho y diga, ‘Merezco el amor de Dios pero esa persona que está allá no’. Dios no ve las cosas así. El ladrón provoca la pérdida de los bienes; el asesino provoca la pérdida de la vida. Mientras esas pérdidas sean reales para ustedes, entonces obviamente condenarán a la persona responsable de causarlas. Pero, ¿acaso el tiempo mismo no acabará por desposeerlos de sus bienes y de la vida al final? ¿También el tiempo es un delincuente?

Hay un punto de vista desde el cual el pecado es una ilusión. Nada de lo que ustedes llaman
pecado puede mancillar en lo más mínimo el amor de Dios”. “¿Obtienen automáticamente los buscadores las visiones y experiencias que desean?”, preguntó Galahad. “Cada cual recibe la versión de lo divino que concibe en su mente. Algunos ven a Dios en visiones, otros en una flor. Hay muchas clases de buscadores. Algunos necesitan actos milagrosos de intervención y redención, otros siguen una fuerza invisible que habla a través de los sucesos más corrientes. El buscador sencillamente está motivado por la sed de una realidad superior. Eso no significa que la etapa anterior de dar desaparezca.

Pero
ahora el dar sucede sin motivación egoísta, ahora brota de la compasión. “Por primera vez se pone en tela de juicio la opinión de que el ego es todopoderoso y lo sabe todo. Por lo tanto, el nacimiento del buscador puede ser tremendamente turbulento. Imagínense como un coche tirado por caballos. Durante la mayor parte del tiempo no hay cochero y los caballos han llegado a creerse dueños del coche. Entonces llega el día en que una voz suave, salida del interior del coche, susurra: ‘Deténganse’. Al principio, los caballos no oyen la voz, pero esta repite: ‘Deténganse’. Sin poder dar crédito a sus oídos, los caballos galopan con mayor velocidad, sólo para demostrar que no tienen amo.

La voz interior no utiliza la
fuerza; no protesta. Solamente continúa repitiendo: ‘Deténganse’. “Eso es lo que sucede dentro de ustedes. El coche es su yo, los caballos son el ego, la voz que sale de adentro es el espíritu. Cuando el espíritu se anuncia en escena, al principio el ego no escucha porque está seguro de su poder absoluto. Pero el espíritu no emplea el tipo de poder al cual está acostumbrado el ego. El ego está habituado a rechazar, a juzgar, a separar y a tomar lo que considera que le pertenece.

El espíritu es
sencillamente la voz suave del Ser, afirmando lo que es. Con el nacimiento del buscador, ésa es la voz que comienza a dejarse oír. Pero deben estar preparados para la reacción violenta del ego, el cual no está dispuesto a renunciar a su poder sin dar batalla”. “¿Cómo puede terminar esa batalla si el espíritu no tiene poder?”, preguntó Percival. “Dije que el espíritu no utiliza el poder al cual está acostumbrado el ego.

Con el tiempo aprenderás que el
espíritu no es otra cosa que poder, un poder de infinito alcance. Es un poder organizador que mantiene en perfecto equilibrio a todos y cada uno de los átomos del universo. Comparado con él, el poder del ego es absurdamente limitado y trivial. Sin embargo, este conocimiento llega únicamente tras renunciar a la necesidad del ego de controlar, predecir y defender. Su poder se limita a esas tres cosas. Si su ego pudiese renunciar a ellas de una vez, no habría necesidad de pasos ulteriores en el camino del crecimiento; el nacimiento del buscador sería suficiente. “Pero las cosas no suceden así.

La voz del espíritu anuncia que hay una realidad superior. Ascender a ella es
otra cuestión”. “Yo creo que los buscadores deben ser escasos, considerando cuán dura es la lucha”, dijo Galahad. “Muchos deben fracasar y perder la esperanza. ¿Es esa la razón por la cual nacen tan pocas personas destinadas a alcanzar el Grial?” “Todos nacen para alcanzar el Grial”, le recordó Merlín. “La razón por la cual los buscadores parecen escasos es principalmente cuestión de apariencias sociales. La búsqueda es una experiencia completamente interior. No es posible saber quién busca y quién no busca, con sólo mirar las señales externas.

La sociedad no
otorga distinciones o premios especiales al buscador; éste puede retirarse y dejar atrás a la sociedad, o puede continuar ocupando una posición distinguida”. “¿Cómo puede una persona reconocerse como buscadora?” preguntó Percival. “Las marcas internas del buscador son las siguientes: el impulso de dar brota de un amor desinteresado y de la compasión, sin desear nada a cambio, ni siquiera gratitud; la intuición se convierte en una guía digna de confianza para la acción, reemplazando a la racionalidad pura; se vislumbra un mundo nunca visto como la realidad superior; aparecen insinuaciones de Dios y de inmortalidad.

Estas señales llegan acompañadas de un
goce mayor de la soledad, de una mayor confianza en uno mismo independientemente de la aprobación de la sociedad, de indicios del Ser y de la disposición a confiar. Los patrones adictivos comienzan a desaparecer. La meditación y la oración se vuelven parte de la vida cotidiana. Sin embargo, a medida que todas esas manifestaciones alejan a la persona del mundo material, ésta comienza a encontrar, paradójicamente, una conexión más profunda con la naturaleza, más comodidad con su cuerpo y mayor aceptación de los demás.

Esto se debe a que el espíritu no es el contrario de la materia. El espíritu lo es todo y la aparición de éste en su
vida mejorará las cosas, incluso aquéllas que parecen contrarias”. El espíritu lo es todo y la aparición de éste en su vida mejorará las cosas, incluso aquéllas que parecen contrarias”.